Vallecas vivió el domingo una nueva jornada de protestas. Una manifestación secundada por varios centenares de personas protestando, de manera pacífica, por la gestión del presidente de la entidad franjirroja, Raúl Martín Presa.
Lo dicen alto y claro
Vallecas está harta. La afición está cansada. La situación institucional del Club es atroz, y no todos los problemas son deportivos. Es más, el pésimo estado deportivo por el que atraviesa la institución no es más que el reflejo de lo instable que está el esqueleto por dentro. La afición es la única que siempre está, en las buenas y en las malas. Y en esta ocasión, es obvio que vienen malas.
Cánticos entonando el ya clásico “Presa veta ya”, que parecen entrar por un oído y salir por otro del máximo accionista del Rayo Vallecano. Para todos aquellos que piensen que el descenso de categoría podría ser un motivo para ver cumplidas sus pretensiones, quizás haya que quitárselo de la cabeza, puesto que Presa parece tener claro seguir en el Trono vallecano aun consumándose el declive.
La afición ha estallado porque es consciente de que aquello que más quiere está en peligro, pero tengo la sensación de que las críticas que entonan no acaban de lograr su acometido, porque no hay más ciego que el que no quiere ver. Y después de lo visto en los últimos años en la Avenida de la Albufera, tengo claro que no es fácil lograr el propósito que se persigue. Una detrás de otra, las “cagadas” que acumula la institución vallecana dan pie para escribir un libro y pueden ser la muestra para tener claro que no va a haber cambio de rumbo en el timonel franjirrojo.
La solución parece fácil. La realidad no tanto. Que se produzca aquello que la afición lleva años reclamando no tiene tintes de ser factible, al menos a corto plazo. No obstante, la lucha y la unidad del rayismo es la única vía para plantar cara a aquello con lo que no están conformes. Y es latente y evidente que en este momento no lo están. Todo se andará.