Busquen un adjetivo que describa la situación actual del Rayo Vallecano. Piénsenlo, mastíquenlo y escúpanlo. Sin duda, frustración, disgusto, hartazgo, hastío, desesperación, pena, dolor, rabia, … están entre sus reflexiones. Pero, ¿cómo demonios solucionamos este desaguisado?
El Yin y el Yang
Estoy de acuerdo que después de lo visto en Valladolid tengamos miedo y estemos con la moral por los suelos. Que la paciencia se haya acabado y que den ganas de mandar todo a la mierda. Pero no me negaran que el gol de Manucho y la victoria parcial al descanso no les hacía sonreír y ver la película con algo de optimismo. Poco, pero algo. Pero la segunda parte nos dio de bruces con la realidad, y en tan solo cinco minutos pasamos del Jing al Jang sin apenas ser conscientes de ello.
¿Cómo puede ser que ese carácter tan etéreo de la maltrecha psicología vallecana deambule del optimismo al catastrofismo en tan poco tiempo? El problema no son los dos goles de Valladolid, la cuestión radica en la penosa temporada que está sufriendo la hinchada franjirroja, que ve que la nave se hunde, que no hay patrón ni marineros que sean capaces de sacarla a flote. Por eso dura tan poco el optimismo franjirrojo, por eso este equipo está sepultado y por eso, una derrota tras otra y un resultado negativo tras otro no dejan que la moral respire.
No te abandoné en 2ªB
Tengo miedo. Llevamos varias semanas hablando del paralelismo de la presente temporada con la del 2004, año en el que el Rayo Vallecano descendió a 2ªB. Demasiadas coincidencias, muchas similitudes entre ambos navíos y la sensación que ronda nuestras mentes es de que la embarcación naufraga. Jugadores sobrevalorados y veteranos, entrenadores sin ideas de juego, canteranos rompiéndose la cara por la franja, presidencia ruinosa, afición harta, desunión, negativismo, … y exactamente los mismos puntos a estas alturas del campeonato. La solución pasa por cambiar el patrón del barco, por sanear las entrañas de este Club que apesta. Pero nosotros debemos permaneces unidos.
Yo no sé ustedes, pero tras 23 jornadas de Liga es la primera vez que veo el miedo de verdad. Es la primera vez que siento constancia real de que la nave franjirroja se hunde. Es la primera vez que siento ese miedo del descenso, que revivo con certeza ese 2004. Hasta ahora siempre era tan ingenuo de pensar que ganando 2 o 3 partidos se revertía la situación… El símil de funeral tras el partido en Valladolid me retrotrajo al vivido en Anoeta. Y eso duele. La franja duele.