Sinceramente, soy de los que cuando empezó a sonar Michel como sustituto de Baraja, lo vi como un marrón. Simplemente porque hay un riesgo alto de descenso, y en la historia no todos recuerdan cómo se descendió y todas las circunstancias, sino quién estaba al frente. Y Michel no merecería que su nombre salga en un posible descenso a Segunda B.
Un entrenador convencido
Pero poco a poco he ido cambiando, o al menos dudando, sobre mi opinión. Sobre todo tras escucharle ayer en rueda de prensa y porque él, desde el principio, no tuvo dudas. Estaba convencido. Si su equipo de toda la vida le pedía ayuda, lo iba a hacer. Ayer sus declaraciones fueron claras: “Si hubiera visto las cosas tan dramáticas, hubiera ido hacia otro lado porque no me veía preparado”.
Como escribí la semana pasaba, un tercer entrenador lo veía como una perdición. Es verdad que en mis quinielas nunca puse a Michel. Creía que era quemar una nave y que él tenía claro que no era el momento adecuado. Quizá yo no hubiera destituído a Baraja, pero ahora estoy convencido de que si alguien puede sacar esto es alguien del Rayismo y la forma de ser de Michel.
La verdad es que recordando los primeros días de Baraja al frente del equipo vemos que hay similitudes, sobre todo en los jugadores. Ilusión, ideas renovadas, partir desde cero, motivación, … pero poco a poco los resultados fueron apagando la llama. Esperemos que esto no ocurra con Michel. Eso sí, su convencimiento gana al de Baraja.
Pero lo que más me sorprende, y a la vez llena de confianza, es su tranquilidad. Sabiendo todo lo que hay en el club, se ve totalmente preparado. Su método para solucionar los problemas: la palabra. Algo tan antiguo como a veces tan poco usado. El método parece, a primera vista, el adecuado.
Un estilo conocido
Si a todo esto le sumamos que podemos volver a ver un estilo que identificó a Vallecas y vimos al mejor Rayo de la historia, … las caras de los rayistas tendrían que volver a ilusionarse.
No voy a hablar si Michel está o no preparado. Simplemente un jugador de élite en su día, sabe como es un vestuario. El mejor ejemplo, aunque no guste, es Zidane. Escuchar al jugador e intentar resolver problemas. No ser su amigo, pero saber que estás ahí para lo que necesites. Intentar mediar en conflictos. Michel parece que lo tiene claro. Y hoy en día el Rayo necesita mejorar sobre el césped y, aún más, fuera de él.
Señores, al mando de la nave hay un rayista de los pies a la cabeza, que confía en sacarlo adelante, que tiene la tranquilidad y el convencimiento necesario para llevarlo a cabo. No sé cómo terminará, pero los tiene bien grandes de asumir este reto en esta situación. Quizá, no lo sé, lo más fácil hubiera sido apartarse y dejar ‘morir’ al Rayo, pero no es caso del eterno capitán de la nave franjirroja.